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Archive for the ‘obsesiones cotidianas’ Category

Dirán ustedes, amigas y seguidoras fervientes, que mucho tardo en dar noticias sobre el arranque de mi prometida carrera literaria. Son ustedes observadoras y perspicaces. El caso es que ya saben -y si no, ahora les pongo en antecedentes- que mi máxima aspiración es cumplir en vida el deseo que George Eliot expresó en forma de cita celebérrima: «bendito sea el hombre que, no teniendo nada que decir, se abstiene de demostrárnoslo con palabras» (creo que yo ya lo había dicho en otra entrada anterior, pero con menos concisión, peor factura estilística y mis propios vocablos).

Hoy, sin embargo, experimento la imperiosa necesidad de comunicarles una perturbación anímica que me asalta de modo pertinaz durante la última quincena. Esta mañana me he levantado dos segundos y 15 décimas antes que ayer. Durante el desayuno logré ingerir media tostada más. Me cepillé los dientes en casi 6 décimas menos. He logrado bajar los escalones de dos en dos para registrar una nueva marca personal en el descenso hasta el portal que mejora la que yo mismo ostentaba hasta la fecha. Cuando vi el semáforo de la calle parpadear no pude evitar arrojarme a la vía pública con gran velocidad para alcanzar la otra acera fijando un nuevo record… Efectivamente, estoy poseído por la fiebre olímpica y llego al extremo de poner en riesgo mi propia integridad física, como en el mencionado caso del semáforo, con tal de superarme en cada situación cotidiana. En el restaurante imaginé una competición con la comensal de la mesa contigua; pedí exactamente el mismo menú que le había oído elegir, con tal de convertir la ingesta de cada plato en una prueba de máxima rivalidad. Seguramente por eso me ha dolido la tripa toda la tarde. Pero todo esfuerzo, todo padecimiento es pequeño cuando se va en pos de la gloria olímpica.

Probablemente he estado expuesto a una sobredosis de retransmisiones deportivas que han lesionado alguna parte de mi cortex cerebral. Quizás necesite tratamiento farmacológico, una posibilidad que temo, ya que correría el riesgo de un positivo en el control anti-dopaje. Lo bueno de todo ello es que he vuelto al gimnasio. Y he vuelto a escribir en este blog. ¡Que la antorcha y los dioses del Monte Olimpo les bendigan!

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